Hay dos cosas que soy y de las que me siento extrañamente orgulloso: bisexual y zamorano. Digo extrañamente porque estas dos cosas que acarrean un montón de desventajas si lo comparamos con otras personas que sean monosexuales y que hayan nacido en una gran ciudad. Paradójicamente enfrentar la bifobia y todas las desventajas de vivir en una ciudad pequeña me han forjado un carácter propicio para prosperar en las condiciones más arduas. Hay una cosa que es muy típica de Zamora durante las fiestas patronales de junio, la feria del ajo y junto con las fiestas coincide algo mucho menos típico y que no se ha celebrado o conmemorado entre poco y nada: el Día del Orgullo LGTBIAQ+.

He vivido siempre en ciudades pequeñas. Castilla y León es lo que tiene: horizontes amplios, cielos inmenso y unas calles en las que todo el mundo se conoce demasiado. No hay forma de que alguien no te reconozca o te relaciones con algo, no hay espacios neutros en los que no sentirte juzgado. Aquí vivir una sexualidad no heterosexual es todo un acto de resistencia. Ser bisexual en este contesto es aún más complicado, porque la invisibilidad no es solo social, sino que también cala muy dentro de ti. Constantemente te ves obligado a explicar que existes, que tu orientación no es una etapa ni una confusión, que no estás «a medias» ni buscando atención. Y no nos olvidemos que cuando te sitúan en cualquier tipo de relación con alguien ya están asumiendo tu orientación en función de tu pareja. Ser bisexual fuera de las grandes ciudades es enfrentarse todavía más a la bifobia de nuestra sociedad y en algunas ocasiones en un mayor grado.

 

En un entorno donde el deseo y la atracción solo se mira con una lente fabricada en el binarismo de lo heterosexual-homosexual cualquier cosa que se salga de ese marco es recibida con sospechas, burlas o negación. Y si encima eres una persona tras, intersex o tienes te intersecciona algo más por lo que ser discriminado (como ser migrante, la edad, la religión, no ser una persona blanca, tener una discapacidad, etc.) el peso de los juicios que hacen los demás sobre ti tiene que ser más que sofocante. No digo que vivir en una gran ciudad lo solucione todo. Allí también hay discriminación, incomprensión y violencia pero al menos existen espacios donde poder respirar: centros y asociaciones LGTBIAQ+, bares, eventos culturales enfocados por y para el colectivo…. En definitiva, espacios donde poder ser sin necesidad de dar explicaciones o tener que medir cada palabra.

En «las provincias», en las ciudades pequeñas y los pueblos, si tienes suerte, hay uno o dos espacios en los que sentirte medianamente cómodo, y muchas veces ni eso. Pero, a veces, aunque existan esos espacios tampoco se vuelven un lugar seguro porque si las dinámicas tóxicas, machistas y bifóbicas siguen existiendo en los espacios LGTBIAQ+ de las grandes ciudades en sitios más pequeños, donde la diversidad es menor, estas dinámicas son más comunes y más acentuadas. No es solo que te enfrentes a la LGTBIAQfobia estructural de tu entorno, si no también al borrado constante por parte de quienes, incluso dentro del colectivo, te ven como alguien que no termina de definirse o que intenta engañar a los demás y a sí mismo. Sin embargo, si estos espacios tampoco existen, la soledad se vuelve estructural, no es solo que no tengas con quien hablar, compartir tus experiencias o relacionarte de una forma más igual y con menos trabas, es que parece que ni siquiera existes o que no puedes existir como lo hace el resto de tu entorno.

Por eso, ser visible como bisexual en ciudades pequeñas como Zamora no es solo un acto personal, sino político. Es resistir al silencio impuesto, al comentario malintencionado, a la invisibilización sistemática. Es construir tu propia identidad en un terreno hostil, donde lo diverso sigue pareciendo entre una amenaza y algo extravagante. Es, en definitiva, abrir grietas en un muro que lleva demasiado tiempo en pie. Es demoler lo que ya no sirve para construir un hogar donde podamos vivir todos.

Picture of Alex Robles

Alex Robles

Tengo un máster en Filosofía especializado en Estética y Teoría de las Artes y se como utilizarlo para hacer crítica cultural, redactar, buscar tendencias como coolhunter, crear obras artistas desde un punto de vista multidisciplinar, hacer de estilista... Cualquier cosa relacionada con la cultura, la expresión o la comunicación forma parte de mí.

Picture of Alex Robles

Alex Robles

Tengo un máster en Filosofía especializado en Estética y Teoría de las Artes y se como utilizarlo para hacer crítica cultural, redactar, buscar tendencias como coolhunter, crear obras artistas desde un punto de vista multidisciplinar, hacer de estilista... Cualquier cosa relacionada con la cultura, la expresión o la comunicación forma parte de mí.

También te puede gustar: