Solo, inmóvil, quieto y mudo ante la tormenta. El viento revuelve tu pelo y agita tu ropa queriendotela arrancar como un amante ansioso ante el deseo. Aterido de frÃo, incapaz de mover ni un ápice de tu, ahora, frágil y gélido cuerpo. La desolación en la palma de tus manos. La vacuidad en el fondo de tu mirada. Un rayo surca el cielo como un mensajero incierto. Miedo, impotencia, incertidumbre, horror, abulia. Quieres correr, escapar, evadirte pero tus pies han enraizado en la yerma tierra. Abres los ojos. Te despiertas en la madrugada. Aún sientes el viento azotandote y el frÃo calandote hasta los huesos. Te tapas con otra manta. No puedes dormir. Miras al vacÃo, cierras los ojos, pero no puedes dormir. Desesperanza…
Asàes como te sientes cuando no ves la salida, cuando estas atrapado por un problema. Puede que la tormenta no sea fÃsica y que solo tú puedas percibir las nubes densas, oscuras, negras. Puede que las nubes se mantengas sobre tu cabeza durante todo el dÃa impidiendote ver el Sol, puede que sigan ahà ocultandote la Luna. Tal vez pasen de largo y no descarguen su furia sobre ti. Tal vez no se vayan y comiencen poco a poco a deshacerse sobre tu cabeza, puede que la tormenta se desate con toda su fuerza. Puedes estar mojado, inmóvil, aterido de frÃo, congelado sin saber que hacer. Pero mas tarde o mas temprano las nubes se alejaran o se disiparán.
Tras la tormenta todo parece arrasado; las ramas arrancadas, la tierra cenagosa y anegada por el agua, todo parece sucio. Pero tras la aparente destrucción se esconde un nuevo comienzo, una nueva oportunidad. Los árboles a los que el viento arranco las ramas se volverán mas fuertes, la tierra yerma y seca ahora esta empantanada por la fertilidad de la lluvia. El Sol reaparece tras las nubes. Un rayo de luz desciende como una pirámide sobre la tierra. Ahora lo que antes parecÃa yermo y sucio se ve fértil con la promesa de un nuevo comienzo.
Juan de la Cruz en Noche Oscura del Alma dijo:
En la noche dichosa,
en secreto, que nadie me veÃa,
ni yo miraba cosa,
sin otra luz ni guÃa
sino la que en el corazón ardÃa.
Aunque Juan de la Cruz se referÃa a otra cosa, podemos coger estos versos como un claro ejemplo de la esperanza, que al fin y al cabo es un tipo de fe, que es a lo que él se referÃa. Quizá en medio de la tormenta veas oscuridad y destrucción pero cuando todo a pasado veces que no ha sido tan malo. Sentiste miedo, la lluvia mojo tu cuerpo, puede que te constipes  pero a cambio te ha dado tierra fértil. El mundo se compone de la dualidad, para que halla alegrÃa debe haber dolor, para que existan momentos buenos deben existir momentos malos y es por los momentos buenos y por la alegrÃa por lo que debemos sobreponernos al dolor y a los momentos malos. Debemos tener esa luz que en nuestro corazón arde siendo nuestra única guÃa: la esperanza. Debemos tener la esperanza, por que siempre vendrá algo mejor, por que esa es la mecánica de las cosas, algo malo y algo bueno.