Suena la alarma del móvil, la primera de la mañana, hay poco luz aunque ya no estemos en el horario de verano. Saco la mano de entre las mantas para hacer que el teléfono deje de sonar, el frío muerde mi piel nada más abandonar el calor de la cama. Vuelvo a envolver en las mantas como si fuera un rollito de canela en el horno. La alarma vuelve a sonar, y doy gracias de conocerme y de saber lo que me cuesta levantarme por las mañanas. Me levanto. Subo la persiana. Llueve.
Nunca me han gustado los días de simple lluvia, se que son necesarios para el campo, sobre todo para un vegetariano como yo, pero nunca me han gustado, eso de mojarme porque sí nunca me ha gustado. Consigo levantarme y prepararme como puedo. Inicio mi ritual de cada mañana, escojo de entre mi música y me decanto por escuchar a Stereophonics, algo que no sea mi pop de siempre para afrontar un día que no me va a gustar. Voy al baño y empiezo mi sesión de arreglos básicos, según pasan los minutos parece que mi interior esta hecho de nieve, el frío se hace insoportable.
Me vuelvo a meter en la cama con la intención de quedarme allí no más de cinco minutos. Al final acabo desayunando en la cama con más frío que calor. No se que ponerme, que extraño, como todos los días miro el color de la suerte para hoy según Laurie Cabot, hoy tocaba rojo por lo que me pongo mi jersey básico de Pull&Bear rojo sangre. Cojo unos vaqueros sin mirar muy bien cuales y me pongo las botas más que nada para que mis zapatillas no mueran en el intento. Me meto los vaqueros por dentro de las botas, me paro, me doy cuenta de que parezco un hipster, miro la hora, ya no me da tiempo a cambiarme y lo acepto con resignación.
Salgo de casa muerto de frío para afrontar unos cinco o seis grados menos de diferencia con el portal para aumentar así la expectativa de muerte por congelación. Llueve, llueve mucho. Voy de camino a la facultad, cuando estoy llegando ya casi al puente veo que se me desata un cordón. No hay nada para apoyarme y con lo que llueve no me puedo agachar a atarme los cordones. Me toca caminar un rato más hasta llegar al puente por lo que el cordón se ha mojado y rebozado en todos los charcos. Me apoyo en uno de los salientes de ese balcón absurdo antes del puente. Me ato los cordones con repugnancia, nunca me ha gustado la sensación de tocar las cuerdas mojadas.
Llego a la facultad muerto de frío, las clases se suceden entre las barbaridades del profesor del que se nota su clara tendencia religiosa y eclesiástica y los chistes y gracias del otro . Tras tres horas de clase, salimos, acompaño a mis amigas al banco y luego ellas a mí a por un libro a la biblioteca de la facultad de medicina, y eso que el libro es de filosofía. Cada vez entiendo menos las cosas de esta universidad. Cojo el libro, deja de llover y doy gracias por ello ya que hacía un fuerte viento frío que calaba hasta los huesos y que consiguió darle la vuelta a mi paraguas antes de que lo consiguiera cerrar.
Vuelvo a casa, sigo muerto de frío, me sentía como uno de la familia Adams pero sin llegar a molar como ellos. Como mientras veo no se que de las casas en no me acuerdo ya que canal. Vuelvo a salir de casa. De camino de nuevo a la facultad un coche pasa a toda velocidad por encima de un charco y me empapa, tal cual yo lo había visto con una chica que iba a mi instituto o el tópico de tantas series y películas, afortunadamente no me mojo mucho, pero lo que me acorde de él o la conductora y de su familia no tiene comparación. Llego a la facultad, sigo muerto de frío, como es lógico todavía no hay calefacción. Y aquí estoy muerto de frío con la cazadora puesta y con ganas de irme a casa y meterme en la cama y que mañana haga sol.
Y es que yo soy animal diurno, me gusta salir de noche, pero no en comparación con la de cosas que puedo hacer de día. Soy una persona optimista pero necesito de luz solar para ser feliz. Hoy en el Twitter me han dado ganas de matar a más de uno que decía lo maravillosa y romántica que es la lluvia. Yo lo siento pero la lluvia, ni es romántica ni maravillosa, puede que en todo caso necesaria pero nada más. Aún recuerdo mi primer y último beso bajo la lluvia, no fue bonito, no teníamos paraguas, estábamos calados hasta los huesos, congelados y para colmo estaba ciego por que tenía las gafas llenas de agua. A mi me gustan las tormentas, pero las que tienen truenos y esas cosas, que se vaya la luz, encender velas, cogerme una manta y ponerme a leer, pero la lluvia esta asquerosa acompañada de frío no me gusta nada.