Actualizado: 9/02/2019
Aunque pueda sonar raro la FilosofĂa Pop existe: es una filosofĂa para la que no existe nada trivial y que es accesible a cualquiera que quiera entenderla. La FilosofĂa Pop nace de la conjunciĂłn del mundo cotidiano  y del pensamiento, que al colisionar en la experiencia hacen que se busque un sentido, que se dote a lo que experimentemos de un significado. No pretende erigirse como una atalaya ocupándose de los problemas metafĂsicos y del sentido de la realidad, requiere de lo cotidiano para poder existir, pretender dar respuesta a lo que sucede en el dĂa a dĂa. Al igual que Slavoj Zizek, recurriremos a elementos de la cultura popular para explicar la filosofĂa, para explicar ideologĂas, Ă©ticas, problemas sociales y a la luz de la propia filosofĂa o bien plantearemos preguntas que debe resolver la sociedad civil o el individuo y/o propondremos alguna soluciĂłn. Como Deleuze buscaremos la verdad cuando estemos determinados a hacerlo en funciĂłn de una situaciĂłn concreta, cuando sufrimos una especie de violencia que nos empuja a esta bĂşsqueda. AdentrĂ©monos en un modo pop de hacer filosofĂa.
Empezar un año normalmente suele venir acompañado de fiesta y quizá algo de resaca pero este 2017 ha sido algo diferente. Desde el dĂa uno estuvimos hablando de los centĂmetros de tela del vestido que luciĂł Cristina Pedroche para dar las campanadas. Las redes sociales se inundaron rápidamente de comentarios sobre la falta o no de decencia de la presentadora, aunque tampoco falto quienes señalaron a que el culpable podrĂa estar entre los directivos de la cadena. Como filĂłsofo semiĂłlogo en ciernes que soy reconozco que la moda dota de un significado a la indumentaria que llevamos, más una prenda diseñada por Pronovias e ideada por el estilista Josie, quienes iban con una intenciĂłn declarada. SegĂşn los autores de este vestido las referencias se encontraban en el cabaret, en la astrologĂa y algunas grandes e importantes figuras de la moda y el espectáculo, el propio Josie lo explica aquĂ, ya que se le acusĂł de plagio.
Aunque los elementos de inspiraciĂłn parecen estar más o menos claros por parte de sus artĂfices ÂżquĂ© es lo que significaba ese vestido en ese contexto en concreto? Para algunos las referencias eran bien distintas: que las mujeres en televisiĂłn solo pueden aparecer siendo simplemente cuerpos cuya Ăşnica utilidad es la de ser deseadas. Poco se ha hablado de las dos carreras que tiene Pedroche o de su trayectoria profesional, todo se ha centrado en la expectaciĂłn sobre lo que iba a llevar, en cuanto iba o no a enseñar. Su presencia en la pantalla se ha convertido Ăşnicamente en una imagen sexualizada. Esto hubiera sido impensable con periodistas o presentadoras de más edad o que no cuadrasen con los cánones en los que encaja Cristina. De hecho lo más probable es que esas mujeres precisamente estuvieran descartadas desde el principio por su longevidad, o sus hechuras, ya no porque fueran a ponerles exactamente ese mismo modelito. Si se la eligiĂł a ella y se la vistiĂł de aquella forma fue sido por otras razones.
Si nos ponemos a investigar parece que el diseño original era otro: con mangas, un corsĂ©, transparencias y aplicaciones de estrellas, muy parecido al original, sĂ, pero con otras connotaciones. Las mangas que no cubrirĂan aquellas partes del cuerpo que aĂşn se censuran en otros lugares por considerarse obscenas, como pechos y nalgas, habrĂan añadido más tela. Esos centĂmetros de tela en los brazos habrĂan añadido más significado, centrando más la atenciĂłn en el propio vestido que en la desnudez de su portadora, habrĂan añadido más de esas referencias que se querĂan plasmar en el diseño. Al prescindir de las mangas nos encontramos a Cristina Pedroche convertida en un simple objeto. Aunque ella misma dijo en un entrevista  en El Hormiguero:
ÂżEn quĂ© siglo vivo? ÂżSi vas con escote o con minifalda eres menos inteligente que las que van con cuello vuelto? Mi madre cuando era pequeña me decĂa: «Ponte lo que te da la gana siempre que tĂş te sientas guapa».
Es decir no pensaba ponerse un vestido para ser cosificada y subir la audiencia, pero al final es lo que sucedió. Entonces, ¿de quién ha sido la culpa de todo este circo que se ha montado?
Pedroche no dirige la cadena de televisiĂłn en la que trabaja, no es la dueña ni decide quien contrata a quien para hacer quĂ©; tampoco hace los guiones de los programas en los que aparece. Muchos han dudado de su inteligencia porque muchas veces puede hacer el papel de tonta o se presta a un humor muy básico y absurdo, mientra, sus compañeros masculinos pueden recurrir a ese mismo humor y no por ello se duda de su inteligencia o sobre la posiciĂłn en la que dejan a su sexo (aunque esto Ăşltimo no se planteĂ© quizá habrĂa que empezar a hacerlo). Pasa lo mismo con Alberto Chicote, que presentĂł las campanadas junto a Cristina, de Ă©l no se habla ni por lo que visitĂł ni por lo que hace. El problema está en que a ellas se las juzga por su sexo y por todos los roles de gĂ©nero que se nos han inculcado sobre las mujeres.
Sigue siendo un problema que ellas todavĂa sigan siendo un adorno, que se las siga usando para generar audiencia como una atracciĂłn, sĂ, pero puede que dejar de escandalizarnos por unas transparencias sea la soluciĂłn. Y digo esto porque muchas de las opiniones vertidas en las redes sociales y medios iban directamente en ese sentido. La culpa no es de las mujeres, ellas se ponen una prenda de ropa, la cadena las usa y determinadas personas eligen una cadena u otra en funciĂłn del aspecto de la presentadora o de la expectaciĂłn que este pueda causar. Ese es el problema, el interĂ©s desmedido que puede generar Ăşnicamente lo que se pone una mujer. Esta claro que no debemos centrar las crĂticas en Pedroche, ella forma parte de un sistema que objetiviza a las mujeres y ella no se da cuenta, pero como muchas otras personas. Este «no darnos cuenta» es algo complejo de superar, pues estamos ante algo que forma parte, muy lamentablemente, de nuestra cultura, de la educaciĂłn que hemos recibido. Es un espeso y viscoso lĂquido negro moral que se cuela por todas las rendijas posibles calando hasta lo más profundo, y eso cuesta mucho limpiarlo. Pedroche no es la culpable, es otra vĂctima del sistema machista y esto lo dejo claro en aquella famosa pregunta que le hizo a Alyssa Carson.
La respuesta no puede ser taparse para hacerse respetar, si alguien quiere enseñar, porque le gusta o se ve bien, está en su derecho de hacerlo y eso no es un crimen. Como mujer Cristina es tan dueña de su cuerpo como cualquier otra, Pedroche era reincidente en esto, sabĂa lo que hacĂa, aunque lo que hubiera hecho fuese dejar que otros decidan que es lo que debĂa ponerse. No decidir, o delegar esa capacidad en otros, es tambiĂ©n una decisiĂłn. Si lo que se pone una mujer va a ser tan observado y criticado ÂżcĂłmo podemos utilizarlo para cambiar el discurso machista de objetivaciĂłn?
La moda sirve para algo más que seguir cosificando a la mujer, gracias a su contenido semántico, a que dota a la ropa de un lenguaje propio puede servir para empoderarlas. BeyoncĂ© utilizĂł en ***Flawless, una canciĂłn publicada en 2013, un fragmento de un discurso de Chimamanda Ngozi Adichie en las charlas TEDx  donde decĂa:
Criamos a las chicas como competidoras las unas de las otras. No para conseguir trabajos u otros logros (que pienso puede ser algo bueno) sino por la atenciĂłn de hombres. Enseñamos a las niñas que no pueden ser seres sexuales de la misma manera que los niños. Feminista: es la persona que cree en la igualdad social, polĂtica y econĂłmica de los sexos.
Siguiendo con parte de los razonamientos de Adichie, aunque esta haya renegado al final en participar del «circo» y la visiĂłn de la cantante sobre el feminismo, BeyoncĂ© a creado un discurso donde la ira, el dolor, la negaciĂłn, la curaciĂłn, la alegrĂa y la reinvenciĂłn que se articula de una manera empoderadora. Una de las vulnerabilidades que ha explorado en su trabajo es la de ser sexual, y ella lo explora de la misma forma que se anima a los chicos a serlo sin ser considerada por ello «una puta». Canciones como Partition o Drunk In Love hablaban de sexo sin tapujos, sĂ, tambiĂ©n de sus relaciones con los hombres, pero de las relaciones que ella escogĂa. Si esto lo hubiera hecho un hombre, serĂa normal hablar de sexo y de la posiciĂłn que le gusta ocupar en las relaciones o que le interesa mantener, pero si lo hace una mujer Âżes por quĂ© el sistema la a obligado a ello o porque ella ha querido? Puede que el sistema la lanzase a esa posiciĂłn, pero tambiĂ©n la lanzĂł a no hablar abiertamente de ello para conservar su estatus moral. Ella decidiĂł romper con la regla de no hablar de ello pero tambiĂ©n decidiĂł mantener la posiciĂłn que ocupaba porque la encontraba placentera, fue un acto de libertad.
Imagen de Getty Images
De hecho BeyoncĂ© ha ido más allá y ha reclamado su cuerpo como algo más que un objeto de deseo. No está mal desear un cuerpo mientras que esta no sea la Ăşnica cualidad que pueden tener solo los cuerpos femeninos, sino que lo ha convertido en un lienzo para expresarse. El feminismo debe ampliar las oportunidades y la autoexpresiĂłn, no limitarlas. Haciendo uso de esa libertad BeyoncĂ© ha encontrado una nueva forma de comunicar ciertos mensajes en algo que, hasta hace no tanto tiempo, ha estado codificado como algo esencialmente sexual y sucio, algo de lo que las mujeres tenĂan prohibido hablar. El camino no está en eliminar el cuerpo del discurso porque este este sexualizado y cosificado, si no en utilizarlo para decir que no es propiedad más que exclusivamente de la mujer que lo posee y que con Ă©l puede hacer lo que quiera.
El cuerpo se viste y todo lo que le ponemos encima tiene un significado, pues las prendas adquieren uno gracias a que la moda es un lenguaje. Todo lenguaje depende de su contexto y la moda no iba a ser menos. El contexto de lo que nos dice BeyoncĂ© lo encontramos en su propia actividad artĂstica. Desligar los diseños que lleva de su mĂşsica, de sus videoclips o sus declaraciones serĂa eliminar una parte importante de lo que nos quiere transmitir. La cantante nos habla de su relaciĂłn con los hombres, de como se siente y de como su cuerpo ya no es algo que sea valorado en relaciĂłn a como otros puedan disfrutar de Ă©l, sino de como ella misma lo disfruta. Que BeyoncĂ© salga con corsĂ© o maillot inicia un camino en el que el cuerpo femenino sea algo diferente de lo que se nos planteaba hasta ahora. No es solo luchar contra la sexualizaciĂłn y cosificaciĂłn sino en ser conscientes del potencial sexual que se tiene, aceptarlo y utilizarlo a placer de uno mismo. El tradicional discurso que enseña a las chicas a tener vergĂĽenza, a que cierren las piernas, a que se tapen, a sentirse culpables por el hecho de ser mujeres queda aquĂ subvertido para que puedan experimentar el deseo que les proporciona su propio cuerpo.
ÂżDe quĂ© forma BeyoncĂ© ha añadido nuevos significado a su cuerpo?, ÂżcĂłmo ha subvertido los viejos significados? Cada estilismo de la cantante añade algo diferente. Cuando interpreta Partition o Drunk In Love, por ejemplo, siempre lleva brillos por todas partes e incluso en su Ăşltimo tour, iba completamente de dorado. Este outfit nos habla del poder, puede que de un poder ligado al dinero, pero que la desvincula directamente de esa relaciĂłn machista en la que la mujer tenĂa que complacer al hombre para ser mantenida. Al expresar su poder e independencia econĂłmica mediante la opulencia indumentaria, toda la sexualidad que refleje será por un mero deseo suyo, por que quiere satisfacer su propio deseo, no lo hace por satisfacer expresamente el deseo de otro. Al actuar en la Superbowl de 2016 llevaba un maillot negro de cuero con dos bandas que emulaban dos cananas cruzadas. Esto tenĂa una referencia en un estilismo similar que luciĂł Michale Jackson pero al cantar Formation llevándolo nos trasmitiĂł otra cosa. El poder de esa emulaciĂłn de fuerza militar le daba un enfoque nuevo a todo transmitiendo esa agresividad hasta cierto punto, declarando que estaba dispuesta a entrar en batalla por su color de piel y conseguir lo que ella desea.
Beyoncé y sus bailarinas en la Superbowl L. Imagen de EPA
Que BeyoncĂ© exprese poder y seguridad mediante su cuerpo, enseñándolo o exhibiĂ©ndolo, como alguna vez se ha señalado en los medios de comunicaciĂłn, tambiĂ©n trastoca el lenguaje tradicional de la moda. Para ser profesional la apariencia masculina era el estándar. Está alojado en la mente de muchos que cuanto menos femenina sea una mujer más probable es que la tomen en serio (y no voy a entrar en lo que se tiene que considerar o no como femenino, me refiero a lo que tradicionalmente ha sido asĂ). Mientras que un hombre no se pregunta si le van a tomar en serio por la ropa que lleva puesta a las mujeres si se las somete a ese juicio. Utilizar la moda para cambiar las normas es ayudar a que estos juicios dejen de tener ese valor sexista. Proyectar una imagen de seguridad y de poder luciendo el cuerpo significa que el cuerpo femenino ya no será algo sobre lo que otros puedan tener control, es cambiar lo que significa luciĂ©ndolo y dotándolo de signos nuevos a travĂ©s de la moda. Mostrar con orgullo lo que tradicionalmente se ha considerado femenino ayuda a quitar el poso de sumisiĂłn y de culpabilidad que tradicionalmente se le ha achacado.
Si somos honestos con nosotros mismos ver unos pechos o un trasero en pleno siglo XXI ya no es un escándalo pero parece que querer ocultarlo más de lo que los estándares occidentales estipulan si lo es. En el verano de 2016 una treintena de municipios franceses vetaron el burkini en sus playas. Tras los atentados que sufriĂł el paĂs cualquier sĂmbolo que pudiera simbolizar el Islam se convirtiĂł en objetivo. La misma sociedad que critica y espera, como un lobo ansioso a su presa, a ver a una mujer luciendo poca ropa es la misma que prohĂbe que otras se tapen tanto como deseen. No hablamos ya de si el burkini es un elemento opresor de la mujer, aunque de la cultura de la que procede si lo sea, negar el derecho a alguien a llevar una determina prenda es aborrecible.
El burkini se ideo para que. en los paĂses donde es obligatorio el velo, las mujeres pudieran bañarse y disfrutar del agua, cosa que hasta ese momento resultaba casi imposible. Cuando hablamos de paĂses democráticos, donde no hay una ley que regule la vestimenta prohibir que alguien se cubra resulta un tanto contradictorio. Además que esto suceda en Francia, el paĂs que aboliĂł las leyes suntuarias y permitiĂł el nacimiento de la moda gracias a la ley que aseguraba la libertad de vestimenta es todavĂa más chocante. Si las mujeres que lo llevan están o no presionadas para llevarlo es otra cuestiĂłn de la que no vamos a ocuparnos ahora. Nada nos asegura si esas mujeres llevan el burkini por elecciĂłn propia o por obligaciĂłn social, familiar o cualquier otra. Sin ir más lejos tenemos el ejemplo de la chef Nigella Lawson quien declarĂł más tarde que lo llevaba para no broncearse y mantener su piel más pálida. Prohibirle a una mujer a llevar Burkini porque piensas que esa prenda atenta contra su libertad es más maligno aĂşn. Ese acto significa negarle su propia capacidad de decidir, de luchar por lo que considere que debe llevar o no puesto. Nosotros como occidentales debemos darle las vĂas para que pueda elegir que hacer, no prohibirle absolutamente nada, porque esa es la misma lĂłgica de dominaciĂłn de la que supuestamente la queremos liberar.
Mujer llevando el burkini. Foto de Stringer Reuters
DecĂa una canciĂłn de OlĂ© OlĂ©: «no controles mi forma de vestir» y es que no podemos querer controlar la forma en la que la gente quiere o no expresarse. La indumentaria es una forma de comunicar por medio de la moda, es un lenguaje, y si presuponemos la libertad de expresiĂłn, la libertad de indumentaria queda presupuesta del mismo modo. La moda es un lenguaje con el que podemos expresar tanto cosas buenas como malas, al igual que el castellano tiene unas reglas que nos obligan a expresarnos de una determinada manera la moda tambiĂ©n las tiene para que nos vistamos de una determinada forma. Pero al igual que las reglas del lenguaje cambian las de la moda tambiĂ©n. Hacer uso de los significados, conocer las reglas y cambiarlas puede ser una herramienta muy importante para conseguir cambios efectivos en otras causas. Si dejamos de querer controlar lo que lleva Cristina Pedroche, tanto los directivos de su cadena por querer dar que hablar como los supuestos guardianes de la moral y el feminismo, lo que luce BeyoncĂ© y que si se autodenomina feminista debe o no llevar lo que lleva y lo que las mujeres vistan en la playa. No controlar la forma de vestir de otros nos da la posibilidad de encontrar formas de expresiĂłn, de libertad y de cambio social.