De un tiempo a esta parte el mundo hipster cada vez abunda más y más. Es salir a la calle o salir de clase y darme una vuelta por la facultad y encontrarme con más de uno, si y digo más de uno porque las chicas hipsters parece que últimamente brillan más por su ausencia y doy gracias a ello todos los días, aunque cuando me encuentro a uno es la más hipster del mundo, o por lo menos eso es lo que ella cree. El hipsterismos llegó hace unos años de la mano de algunas y algunos de los eggobloggers de moda que querían ir algo distintos, alternativos e introducirse en la música indie que se puso tan de moda y que parece que ya esta volviendo otra vez a ese ambiente de alternativo, pero con él todos los modernos que se creen superiores solo por no seguir una moda, aunque luego visten como cientes y miles de personas que se han rendido a esta tendencia transformándola en algo de barbas, bigotes, jerseys de abuelo, pitillos superajustados y gorros de lana hasta en verano que recuerdan más al gorro de los pitufos porque a todos les queda enorme. Christian Lorentzen en Kill the hipster: Why the hipster must die: A modest proposal to save New York cool describe el hispterismo como un crisol mutante y trasatlántico de estilos, gustos y comportamientos, convierte en fetichismo cosas de todos los movimientos marginados de la segunda mitad del siglo XX; beat, hippie, punk, grunge, indie y parte de tiendas culturales de cada etnia urbana que no se han mezclado (y digo yo que con un buen motivo) y lo regurgita con un guiño inauténtico. En la revista Cartel Urbano dice que el hipster es un nuevo engendro cultural, pero que solo se alimenta de cultura alternativa, que se