Filosofía Pop: ¿Te equivocas al votar?
¿Filosofía? ¿Pop? ¿Filosofía Pop? Puede sonar raro, pero es algo más normal de lo que puedes estar imaginándote. La Filosofía Pop es un proyecto mensual en el que pretendo tratar algún tema de interés o de actualidad con un enfoque filosófico pero de una forma asequible, sencilla, sin complicados giros lingüísticos ni intrincados conceptos como dasein o unidad trascendental de la apercepción. Es Pop, en el sentido más amplio del término, es popular, asequible para todos, inmediata, como una canción de Michael Jackson o de Madonna. He estudiado filosofía en la Universidad de Salamanca y por lo tanto trataré las cosas desde esta disciplina que tan necesaria es y que la mayoría de la gente no sabe para que sirve. Intentaré ser claro, conciso y mostrar la utilidad de una de las ramas del saber más antiguas de Occidente. Hoy ya provechando que las elecciones del 26 de junio en España están a la vuelta de la esquina, hablaré precisamente de eso: de votar. La Democracia nació en la Antigua Grecia, al igual que la Filosofía, las bases de nuestra geometría o el molino de agua. El concepto que tenemos de democracia es bine distinto del que tenían los primeros atenienses que la ejercieron. Allí no podían votar todos, solo los varones adultos que fuesen ciudadanos y atenienses (es decir, tenían que haber nacido en Atenas y tener ascendencia en la ciudad), y además tenían que haber terminado su entrenamiento militar como efebos. Así quedaban excluidos los esclavos, los niños y jóvenes, las mujeres, los metecos y los que tuviesen deudas con la ciudad, aunque fue un gran precedente que no hubiera un requisito de riqueza o propiedad para participar en la democracia. Hoy en día pueden votar todos los ciudadanos mayores de edad de un país, ciudad o región